― Pero eh sido yo quien ha propuesto escapar, ¿no es cierto?
Saeko repuso entonces con sinceridad:
― No te reconocía
― ¿Y ahora?
― Ahora sí sé quién eres.
― ¿Y quién soy?
― La persona que siempre eh estado buscando
Era la respuesta que él estaba deseando oír, pero, a pesar de ello, le dio la impresión de que ella lo esquivaba.
― Pues me has encontrado
La isla iba empequeñeciéndose a sus espaldas. A lo lejos, el cielo y el mar, cubiertos por la bruma, se fundían en una luz lechosa. Un poco después, con un tono de voz familiarizado con el silencio, Saeko dijo:
― No lo olvides, ¿eh?
Él se volvió. Captó la mirada de ella.
― No olvides que te buscaba. Que vivía buscándote. Acuérdate, siempre, de esto ―añadió con una voz que sólo fue perceptible durante un instante fugaz.
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