No te robaré el corazón, pues no deseo que la cobardía y egoísmo sea la cara de mi obrar. En su lugar, lo abrigaré con una parte del mío, aquella parte destinada a tu existir.
Te veo a la distancia, con melancolía, pero con una ilusión, el privilegio de tomar tu mano nuevamente.
Latidos separados, no obstante, resonando al unísono.
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