Escuchar la sinfonía de la lluvia mientras danza en la penumbra.
Sentir el viento fresco acariciar la piel y rebosar los pulmones.
Observar a una flor solitaria en el páramo, exponiendo sus pétalos sin tapujos.
Oler el sutil aroma de agua corriendo por el río y los árboles que le abrazan.
Saborear una taza de té caliente, lentamente y viviendo en el presente.
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